Hoy es el segundo domingo del tiempo ordinario; y conviene aclarar decir “ordinario”, no significa que no celebramos nada, celebramos como cada domingo la Pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, y no sólo los domingos sino en cada Eucaristía. La Palabra del Señor en este domingo nos invita a reflexionar en la primera lectura del Profeta Isaías, que nadie está en el mundo por casualidad, todos tenemos una misión que desempeñar, esa misión de la que también nos habla en Profeta Jeremías, como Dios sueña con nosotros desde el vientre de nuestra madre; así púes debemos siempre de buscar cual es nuestra misión en el mundo, buscar cumplirla de la mejor manera y de buen ánimo, pues nos puede pasar en ocasiones que vamos caminando por la vida sin rumbo, es decir; como si nuestra vida no tuviera un objetivo y además enojados o con una actitud negativa que no nos ayuda a nosotros ni a los demás, reflexionemos hermanos en este domingo como es nuestra actitud cotidiana, que tan agradecidos estamos con Dios por el don de la vida y la misión que a cada uno nos ha confiado.
En el Evangelio, Juan el Bautista nos aclara la Misión de Cristo y lo reconoce como el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, como decíamos en el párrafo anterior, la importancia de la misión de cada uno; la de Juan fue preparar el camino de Jesús e incluso en el Evangelio de hoy vemos que lo presenta públicamente, vemos además la misión de Cristo que es traer la salvación al mundo entero, que nos incluye a nosotros.
Que Dios nos de la gracia hermanos, de seguir cumpliendo todos los días con nuestra misión con gusto y alegría al ejemplo de la Santísima Virgen María.